El que está a cubierto cuando llueve, es bien loco si se mueve; y si se mueve y se moja, es bien loco si se enoja.
El que se expone al peligro sin necesidad es poco cuerdo, pero quien se enoja cuando le vienen las consecuencias catastróficas por su propia culpa o por su necedad, es más loco todavía, pues a nadie debe echar la culpa sino a sí mismo.