miércoles, 4 de abril de 2012

3679

Amigos y relojes de sol, sin nubes, sí; con nubes, no.
La amistad ha de ser clara y diáfana y sólo así puede funcionar, como los relojes de sol. Basta que las nubecillas de la duda o de la susceptibilidad paseen por el cielo limpio de la serenidad que requiere la amistad para que ésta se venga abajo. Aviso, pues, para los amigos de unos y de otros.

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